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viernes, 13 de octubre de 2023

Mens sana. (En Hoy por Hoy León, 13 de octubre de 2023)

    Hay una novela que escribió Antonio Orejudo allá por el dos mil que se titula Ventajas de viajar en tren en la que el lector viaja —aquí la reiteración es apropiada—por diferentes niveles de realidad en el desarrollo de la ficción, que empieza con la protagonista volviendo a Madrid en un viaje en tren —de nuevo tren y también viaje—tras haber dejado ingresado a su marido en un hospital psiquiátrico en una ciudad del norte. Lo que ocurre a partir de ahí ya es cosa tuya, si te apetece leerla o recordarla, si es que ya la has leído, y si la traigo hoy aquí es porque el martes de esta semana se ha celebrado el día internacional de la salud mental y porque también es noticia de la semana que León se vuelve a quedar fuera de juego en materia ferroviaria, de modo que trenes y salud mental me llevaron a recordar esta novela de la que te hablo.

    Llegué a Orejudo de la mano de mi amigo Mauro, que me enseñó Fabulosas narraciones por historias en la edición de Lengua de Trapo allá por los últimos noventa y desde ahí se convirtió en uno de mis muchos autores preferidos. Tener muchos autores preferidos creo que es una ventaja, una manera de decir que la ventana del espíritu —discúlpame la cursilada— la tengo bien abierta para que puedan entrar por ella muchas brisas diferentes. Es un modo de mantener fresca la estancia, una idea de ventilación constante en la que se mezclan voces diversas que me ayudan a mantener perspectivas múltiples de la realidad. La realidad, ese concepto tendencioso.

    Te recuerdo la máxima de Juvenal, mens sana in corpore sano. Te recuerdo que siempre la citamos fuera de su contexto en un alarde de creación de realidad, como que una mente sana favoreciera un cuerpo sano o como que fuera nuestra obligación mantener sano el cuerpo para que esté sana la mente, cuando, en realidad, lo que creo que dice el poeta romano es que debemos orar para mantener un equilibrio en la salud mental y corporal, algo que se pide, algo que no está en nuestra mano. Esa reflexión me parece interesante, porque tendemos a culpabilizarnos por la enfermedad. Las personas enfermas no pueden ser responsables de su enfermedad. La obligación de mantener la mente y el cuerpo sanos es un deseo que va con nosotros siempre, pero no podemos pensar que quien enferma lo hace por abandono, por desidia, por dejadez. La enfermedad no se elige. Me dirás que si soy diabético no debo comer azúcares o que si soy hipertenso tengo que hacer ejercicio y abandonar la sal y el café. Ya, claro, tienes razón, debemos hacer un esfuerzo por la salud, tanto física, como mental. ¿Pero ese esfuerzo es una obligación moral? Y, en cualquier caso, ¿esa distinción entre salud física y mental que acabo de hacer tiene algún sentido? ¿Por qué necesitamos separar de esa manera feroz lo físico de lo mental? ¿No será un modo artificial de generar realidad?

    Ahí entran las Ventajas de viajar en tren, aunque no vaya a haber tantos trenes para Madrid como habrá a partir del año que viene desde Valladolid o Segovia.


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