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viernes, 9 de febrero de 2024

Ubi sunt. (Hoy por Hoy León, 9 de febrero de 2024)

    ¿Dónde están quienes vivieron antes que nosotros?, dirán quienes nos sobrevivan. ¿Dónde están esos que nos legaron una vida tan extraña?, clamarán tal vez. ¿En qué momento de la historia se ha consumido el género humano y se ha deshecho en estantes de papel empapado por el agua y el fuego de la naturaleza despreciada? ¡Qué descansada vida la del que huye del mundanal ruido! Y qué feroz la exigencia diaria del pantanoso bullicio que nos acompaña, cada vez más separados de la vida en la naturaleza, cada vez más lejos del contacto de la piel, cada día más inmersos en nuestro mundo fatal de ideas y deseos que se consuman en tardes de concurso de televisión, en programas de tele realidad aumentada por los guionistas que alimentan el show y lo convierten en ficción con aire de autenticidad; en partidos de fútbol que se suceden y se apilan en las teles de pago; en paseos  de centro comercial; en bares cada vez más estandarizados en decoraciones y parroquias. ¿Qué hay de nosotros? ¿Dónde estamos?, preguntarán quienes nos sucedan y me ha dado a mí por preguntarme hoy.

    No te voy a decir que te apuntes a la “vida retirada” y te animes a seguir la escondida / senda, por donde han ido / los pocos sabios que en el mundo han sido, pero sí me apetece compartir contigo una pregunta que me he hecho esta mañana: ¿cuánto tiempo hace que no pisas tierra? Quiero decir algo que no sea artificial, quiero decir tierra, tierra, auténtica tierra. Yo no sabría decirte, porque en los parques voy por los paseos generalmente de cemento o piedras y si piso el césped, algo que procuro evitar, siento que piso un suelo de porcelana verde, una construcción humana más.

    Te estarás dando cuenta de que todo esto te lo digo por los tractores, que es esa imagen de las enormes ruedas de esas soberbias máquinas pensadas para transitar la tierra más pura aplastándose en el alquitrán de las avenidas de la ciudad la que me hizo pensar de este modo. Lo vi claro el martes cuando me encontré con ellos en el Paseo de la Condesa en su camino hacia Guzmán. Me di cuenta de lo artificial de algunos árboles del parque, traídos quién sabe de dónde con esa intención estrictamente ornamental. Comprendí lo antinatural de nuestra vida en el ruido de las bocinas de aquellos vehículos impresionantes que gritaban que su ruina sería nuestra hambre. ¿Dónde están quienes vivieron antes que nosotros? ¿Ubi sunt?

    Del monte en la ladera / por mi mano plantado tengo un huerto, / que con la primavera / de bella flor cubierto / ya muestra en esperanza el fruto cierto. Un fraile llamado de León, un tal Luis, escribía estos versos que me vinieron a la cabeza con el bullicio de la manifestación y el elogio del ruido y pensé que tenía que venir a contártelo, porque me parece urgente entender que quienes venden los tomates no son quienes los cuidan en las tomateras, sino quienes los inventan para los supermercados y en ese juego hay tantos actores que me cuesta saber cómo termina la tragedia.

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