Veníamos hablándolo en el tren y lo había oído estos
días en algún otro sitio: ¿qué estamos viviendo? ¿Unos tiempos de cambio o un
cambio de tiempos? Me parece interesante el matiz, porque la diferencia entre
decir que estos son tiempos de cambio o decir que se trata de un cambio de
tiempos está en la intensidad, en la duración, en la profundidad del cambio.
Parece que es más intenso un cambio de tiempos, como que eso lo remueve todo,
lo cambia todo, haciendo que el escenario de lo que ocurre, el tiempo, sea
sustituido, o por lo menos remendado, modificado. Se cambia un tiempo por otro.
Lo que sucede sigue siendo lo mismo, pero sucede en atención a un tiempo
diferente.
Por su parte, vivir en tiempos de cambio significa que
ese escenario del que te hablo, ese fondo por el que transcurren las cosas, es
permanente, pero propicia los cambios, permite que las cosas que ocurren ya no
sean las cosas que ocurrían, sin que cambie el fondo del cuadro. Ya sé que te
estoy haciendo un lío, que contarte estas cosas por la radio no es lo propio y
menos en un viernes, cuando ya se acerca peligrosamente la hora de salir a tomar
el aperitivo y debería, por lo menos, explicarte de qué va todo esto. Pues
verás. Lo que me pasa, y creo que no es por la llamarada esa que dicen que ha
dejado una cicatriz en el sol, que yo de eso me he enterado de rebote y tampoco
tengo claro que sea una noticia puramente científica, es que siento que nada es
firme bajo nuestros pies, que, en todas direcciones, se comprueban ejemplos de
movimientos títere, oscilaciones tentetieso, desde las emociones, hasta las
creencias y desde luego pasando por los hábitos. En medio de eso sigue operando
la discusión sobre lo que está bien y lo que está mal, lo que alivia y lo que
carga nuestra conciencia moral, solo que los términos de la discusión no son
términos de bueno y malo, porque hemos introducido el relativismo moral en el
discurso. Y te digo, como ya he hecho tantas veces, que soy incapaz de emitir
un juicio al respecto, porque no tengo claro que esa oscilación sea tan mala,
porque entiendo que el movimiento es lo que hace que sigamos vivos. Tiempos de
cambio o cambio de tiempos, me doy cuenta de que nada permanece lo bastante
para tener arraigo. ¿Que de qué estamos hablando? Pues supongo que hablamos de
amor como no puede ser de otra manera. Ya sabes que solo el amor nos explica,
que solo por el amor entendemos la belleza.
Así es que, cuando escucho la noticia de los despidos
de la Caja, déjame que la llame de este modo, déjame que siga sintiendo que
aunque son tiempos de cambio, ese cambio que hay en el tiempo deja algunas
cosas como son, me doy cuenta de que aquello que iba a ser el músculo
financiero, finalmente se convierte en poco más que una loncha de salami.
Hablamos de la Caja e incluimos todo, todo lo que se mueve con ella, porque,
como estamos viendo en la crecida de los ríos, los destrozos no los produce el
agua, sino todo lo que ella lleva. Hablamos de esa decisión de recortar la
plantilla de la Caja ya tantas veces recortada, acudiendo ya a todo eso que
está a un paso de las jubilaciones. En el Portillo se sabe que hay secciones
enteras que van a desaparecer, que aquella estructura en la que se creaban
secciones en las que había jefes que lo eran solo de sí mismos o de uno o dos
más es una estructura insostenible. Lo que pasa es que ahora se oye decir que
unos serán despedidos y que otros serán recolocados en empresas del entorno de
Unicaja y es por eso que te digo que estos tiempos de cambio o este cambio de
tiempos, tú sabrás lo profundo que te puede llegar a resultar, trae consigo la
evidencia del amor, porque, para cada traslado, cada despido, cada jubilación
anticipada, hará falta una historia de amor.
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