En nada te vas a poder enchufar para ponerte a tope
de batería en alguna de las “electrolineras” que Senae Energy está instalando en León. No sé cómo va a funcionar la
cosa si eres un simple móvil, ni si va a haber diferencia en el caso de que
seas un coche o una moto. Creo que va a ser gratis los dos primeros años, pero
luego, como todo, repostar electricidad tendrá un coste. La energía siempre ha
sido y será un negocio, y los negocios no entienden de cuestiones personales,
ni de planes comarcales o futuro de las regiones: entienden de beneficio.
“Energía” viene del griego “energueia” que quiere
decir “actividad”, “operación” y desde que se ha puesto de moda la física, hemos
convenido que todo es energía. Hasta nos ha dado por entender, en plan
metafísico, que la realidad es un amasijo de energías que se ordenan de forma
manejable: energías diversas, acción permanente, impermanencia que se instala
en una forma concreta para poder ser comprendida. Me hablaba el pasado viernes
Juan Carlos Ponga de una posible feria de la morcilla y del embutido de sangre
y, claro, hablando de energía, me parece que cae al pelo. Imagina el poder de
la morcilla. Todo embutido de sangre es pura energía, ya ves, energía entripada,
pero energía.
Hay quien piensa que esa energía, que es todas las
cosas, se organiza en geometrías exactas, geometrías modelables, reconocibles,
modificables. Y si eso es así, está en nuestra mano la transformación de todo,
porque lo habrás oído: la energía ni se crea ni se destruye, solamente se
transforma. ¿Y si el pensamiento fuese una clase sutil de energía que fuera
capaz de transformar las otras formas de energía? Si eso fuera posible,
podríamos manejar la estructura energética de las personas, hacer que sueñen
solo sueños eléctricos, hacer que alimenten únicamente deseos de intensidad
máxima, que esperen futuros de elevada carga magnética nada más.
Pero nada de eso es posible. Quiero decir que lo
único que nos importa es que no se fundan los plomos, que haya corriente en el
enchufe, que el motor se encienda al pulsar el botón o empujar la llave.
Necesitamos esa energía que no es nuestra, para habitar nuestra propia energía.
Una cosa rara; una nebulosa de átomos y moléculas, una nube isotópica.
Aristóteles decía que la “energueia” es el acto de la “dynamis”. El ser actual
de lo que es posible, el modo en el que “lo que puede ser” se presenta como “lo
que es”. Y esa manera de entender lo posible y lo actual ha explicado la
naturaleza de las cosas de un modo tan sencillo y certero que no entiendo cómo
es que en el fondo no lo entiendo.
Es que yo
veo las cosas más claras en la poesía, y eso que Aristóteles me parece
innegable, pero mira, ayer un niño le decía a su madre: “no me limpies los
mocos, que esos mocos me tienen que llegar al corazón y
en el corazón es donde tengo yo mi súper poder y ese súper poder es que tengo
mucha velocidad”. ¿Ves qué fácil es entender el concepto de energía? La energía
es un súper poder que tenemos en el corazón y que se dispara cuando llegan
hasta ahí los mocos o las lágrimas o el eco de las carcajadas. Le he dado sus
vueltas, porque era eso o las morcillas y los embutidos de sangre.
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