Me gusta mucho resolver crucigramas. En especial los
que elabora Mambrino, porque mezcla en ellos sentido del humor, actualidad,
frases hechas y pequeñas perlas culturales que deja caer como el que no quiere
la cosa. Son cinco, diez, a veces quince minutos de no pensar en nada
manteniendo la mente ocupada, como quien aborda una especie de yoga, una
sadhana, un ejercicio espiritual que se hace religión cuando se ritualiza: el
momento mágico de hacer el crucigrama. Y al mantener la mente ocupada,
descanso. Descanso sobre todo de la propia mente que es la que me tiene todo el
día en un sin vivir: recordándome esto, obligándome a lo otro, advirtiéndome de
aquello, empujándome a lo de más allá. La mente, la lamentable mente que
lamentablemente no nos deja ni un pensamiento puro. ¡Vaya mentecatez, dirás! Y
sí, es otra vez la mente juzgando lo que oyes, cuando podrías dejarte llevar
solo por lo que digo, dejándola en suspenso, como haces al escuchar la
respiración del mar.
Digo que esto de los crucigramas es religión desde
que he descubierto en ellos mensajes directos para mí. Por ejemplo, al resolver
uno de antes del verano se podía leer una frase de Schwarzenegger que era la
siguiente: “Es muy fácil: si cuando te mueves tiembla, es grasa”. Y ahora,
visto con la perspectiva de todo este desmán de chiringuitos y barbacoas, es
mejor no mirar qué es lo que tiembla cuando me muevo. ¡Si le hubiera hecho caso
a Mambrino! A veces los mensajes no son tan claros y me aparecen palabras que
tienen especial significado para mí: chadiana, arroyuelo, Neptuno. Palabras que
a ti no te dicen mucho, pero que para mí son mensajes cristalinos. En esta
locura del crucigramismo he llegado a creer que Mambrino y yo tenemos una
conexión mística especial y me he puesto yo mismo a elaborar crucigramas y
enviarlos con mensajes directos a quien sé que los va a comprender. ¡Y son
comprendidos! Y en el fondo creo que si tú que no crees en esta nueva religión
buscas un mensaje en el primer crucigrama que hagas, lo vas a encontrar.
Me da la impresión de que te decepciono. Me llega
telepáticamente tu idea de que me ha dado algún siroco y ya no te hablo de lo
que esperas, que esta tontería de los mensajes en los crucigramas ni te va ni
te viene. Lo veo en el siete horizontal: decepcionante. Y también lo veo en el
seis vertical: intrascendente. Y se cortan en la letra C, que es justo la
inicial de cruce, de corte, de Cruz. ¿Quieres más señales?
Este verano empezó con una cruz y termina con un
drama. Un verdadero “crucidrama”. El drama de Vestas: molinos, Daimiel que se
queda y Villadangos que se va, Don Quijote, el yelmo de Mambrino. El drama de
siempre, con su plan de tierra prometida, ínsula de enormes riquezas para quien
no las tiene; trabajo, bienestar, progreso (en el ocho vertical). Con su nudo
de subvenciones a fondo perdido y alfombras y parabienes. Con su desenlace deslocalizador,
palabras que empiezan con la “d” de drama y decepcionante y que podrían ir al
uno vertical. Y la cruz la tienes más que clara: caja, préstamo, prescripción,
contrato, información, amiguismo, enredadera, conseguidor, privilegiado. En la
cinco horizontal no cabe otra palabra que no sea “trampa”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario