Buscar este blog

viernes, 30 de octubre de 2020

Dendritas. (En Hoy por Hoy León, 30 de octubre de 2020)

    El deseo es incómodo. A veces es un aguijón metálico que se cuela permanente en tus pensamientos y no te deja descansar. Hablo del deseo en toda la extensión del término, desde el deseo más felizmente satisfecho hasta el más sublime e imposible. Desde lo más procaz a lo más tierno, desde lo más nimio a lo más trascendente. Y digo lo más y me equivoco, porque para el deseo no hay ni el más ni el menos, sino que se presenta así de golpe, como un todo, como un relámpago ciego que te separa de ti. Deseas y pierdes. Deseas y sufres. Deseas y escapas.

    En alguna noticia he leído que en la reunión de Ávila del miércoles la presidenta de Madrid y los presidentes de las dos Castillas acordarían un cierre perimetral conjunto. Era una noticia previa, que, a la vista está, expresaba más un deseo que una realidad. Pero, si te fijas, esa expresión de las dos Castillas subraya el escándalo del desprecio. León y La Mancha escondidas con su “y” y con su guion. El reino que forjó la historia y la patria del personaje más universal de la literatura aplastados bajo el lujo de las alfombras palaciegas castellana y madrileña, dos villanías venidas muy a más por el peso del poder que los hidalgos de migas en la barba ya no tienen. El deseo es incansable y se transforma en arma. Madrid, Castilla, la sin par León, cuna de Reyes, el territorio poema de La Mancha. Deseo convertido en himno, como esa música de las palabras que se enreda con palabras que se enredan con más palabras y otras palabras que se enredan para enhebrar los sueños que se concretan en deseos. Sueños que se concretan en deseos, te lo repito, porque es algo que a mí me pasa y no al revés, no tengo deseos que me alteren los sueños. Cierre perimetral conjunto. Podría ser una táctica de asalto, una estrategia a largo plazo para banalizar deseos. Una guerra relámpago. Deseo que no cesa. Deseo, que no rayo.

    El deseo me produce dolor. Te diré: un dolor eléctrico, un dolor de dendritas atolondradas. En esa magia que es la sinapsis neuronal, mis dendritas chisporrotean eléctricas en la transmisión del dolor del deseo, el deseo, el sueño, la quimera, el reino perdido tras la “y” que sigue a la Castilla del Duero, la patria que se le une en un guion a la del Tajo. Las dendritas atrapan neurotransmisores, una química impenetrable que descarga el aroma del deseo, o del miedo o de la belleza o de la inteligencia. A veces las dendritas juegan al despiste y acuerdan confinamientos y a veces se desatan y se desdicen y ya uno no sabe a qué responde ese impulso que duele, el deseo, el dolor eléctrico. El hombro paralizado que ya no te protege de los golpes. Dendritas desagregadas. Sinapsis fallidas. Madrid, Castilla, León, La Mancha.

No hay comentarios:

Publicar un comentario