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viernes, 31 de diciembre de 2021

Según el timbal del cómitre. (En Hoy por Hoy León, 31de diciembre de 2021)

    Decía ayer el filósofo de La Cueta, que es de La Cueta por consorte y filósofo por apreciación, que la palabra “cómitre” es más de los barcos renacentistas y de las novelas que de las galeras romanas, pero no se acordaba del término latino, de manera que estuve ayer por la tarde dándole una vuelta al asunto y encontré que podría referirse al hortator, que también se denomina celeuste y es el encargado de mantener el ritmo de la boga por medio de tambor, flauta o cantos. Nos acordábamos del cómitre porque decíamos tener la sensación de vivir a ritmo de timbal, que la sociedad que estamos consintiendo se mueve más de manera reactiva que proactiva o algo así, no me hagas mucho caso, que hoy el día tampoco da para muchas filosofías. Pero, si lo piensas, este apego nuestro al calendario no deja de ser un modo de marcar el compás para que rememos y si resulta que esta noche de viernes es la que tiene las últimas horas del veintiuno y las primeras del veintidós, no deja de ser una convención. Así es que, si hoy te sientes en la obligación de divertirte porque es el día de fin de año, allá tú. Diviértete, pásalo en grande, disfruta de la compañía de las personas con las que quieres estar, si es que puedes, pero si escuchas de fondo el golpe del tambor, ya sabes que toca remar. Diviértete porque quieres, pero no te sientas en la obligación. Siente la obligación de estar bien, pero no por ser hoy el día que es, sino porque es obligatorio estar bien siempre, no cuando te señale el del timbal.

    Y como eso, todo. Sal de la galera, suelta el remo, serénate en la belleza y sé consciente de tu enorme poder. Desátate de las obligaciones y conviértelas en decisiones propias. Haz lo que sientes que debes hacer, no lo que el hortator te ordene con su flauta, porque todo eso que haces pierde todo su valor si te ahoga, si te ata al banco de remo, si te deshace las manos y la espalda. Piensa en la libertad como en un pájaro, aunque no te guste nada que lleve plumas. Abandona el banco de remo y vuela desde la cofa. Empieza el día de mañana, sea o no el primero de un nuevo año, con esa idea.

    Por cierto, que me decía el filósofo de La Cueta que ha observado que no hay pájaros, que en esta época normalmente habrían venido los milanos reales que vienen de Escandinavia a pasar el invierno y que este año no han llegado. Pero tampoco se ven cernícalos, ni busardos o águilas ratoneras que son comunes en toda época del año y deberíamos verlos todos los días. De Cabrillanes a Piedrafita igual se ven un par de ellos, pero no más. Hace como unos ocho años empezaron a quedarse algunas familias de águilas calzadas, pero este año no se han quedado. Ojalá no sea porque se hayan extinguido. Pero es que no hay ni tarabillas, ni lavanderas, ni colirrojos, ni petirrojos. Solo se ven urracas y casi se podría decir que las grajas, que son muy comunes, también brillan por su ausencia. Los milanos reales, que son unas aves majestuosas, aunque es verdad que es una rapaz atípica y los cetreros no las valoran porque no se comportan como un ave de presa, tienen una estampa que es de cine. Preciosa. Una estampa que este año no tenemos, por mucho que diga el calendario que tendrían que estar aquí. No hay pájaros, dice el filósofo. Habría que saber por qué, aunque no nos mande nadie preguntarlo.

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