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viernes, 25 de febrero de 2022

Acerca de cualquier tesis. (En Hoy por Hoy León, 25 de febrero de 2022)

    Cuando me llega la palabra tesis siempre me acuerdo de una lectura de juventud, una novela de Ramón J. Sénder que se titula La tesis de Nancy, puede que te suene, y me acuerdo también de una película, ya sabes, Tesis, el primer largometraje de Amenábar. Lo curioso del caso es que, tanto en la novela como en la película, el hilo narrativo no está en la tesis misma, sino en el hecho de que las protagonistas están elaborando una tesis doctoral y lo que se cuenta son las cosas que les suceden en su investigación, aunque en el subtexto las tesis de las protagonistas se mezclan con las propias tesis de los autores en ese juego metalingüístico que hace de las dos, novela y película, dos obras de arte muy interesantes.

    La cuestión es que, en mi opinión, decidir una tesis —desarrollarla, argumentarla— está más en la acción —en lo que pasa, lo que se hace— que en lo que se piensa o incluso en lo que sencillamente se dice —lo que se escribe, lo que se narra—. Me parece que no es fácil descubrir en todo lo que pasa la tesis que lo sostiene, pero eso no impide que exista una idea que apoya lo que uno hace. Es como pretender que hay un vacío en lo que te cuento. A veces yo mismo tengo la sensación de no entenderme y de perderme en el enramado de las palabras como una nube diletante que se extendiera en un cielo de angelotes barrocos y adornos rebuscados; pero, aunque te concediera esa idea de repugnante vacío, sé que siempre que te cuento algo, te cuento algo. Y me señala el corrector del procesador de textos esa reiteración en “te cuento algo” para advertirme del posible error y hacerme consciente una vez más de la carencia de tesis de lo que te cuento. Y, sin embargo, esa misma convicción se constituye en tesis.

    Valdría la pena ahora aportar argumentos que sostengan lo que digo, pero tendrían que ser argumentos diríamos “en marcha”, argumentos no escritos que apoyaran la idea de que es el hacer y no el decir lo que arma las tesis. Una solución marxiana ¬¬-que me gusta porque me suena a marciana, a cosa rara- en la línea de la praxis frente a la teoría, una salida por la dialéctica -tesis, antítesis, síntesis- ahora que estamos en la mirilla de la Gran Rusia y el mundo, vamos a decir Europa, se desmadeja en el horror que se avecina por el este. Decir es gratis. Hacer es otra cosa. Por eso creo que mi tesis es débil, pero está presente. Es siniestra, pero no oscura. Es una tesis incierta, pero no inútil. No trates de entender lo que ni yo mismo entiendo, ni pienses que esta parrafada pretende nada extraordinario. Es solo enfrentar las pequeñeces del patio de recreo en el que juegan los niños distraídos con el cielo encendido en fuego de la noche ucraniana. Las mismas guerras, las mismas causas, efectos distintos, distintos duelos. Ayer los ucranianos que viven en León se manifestaban en Botines. Entre las caras bañadas en lágrimas, una antigua alumna. Acerca de cualquier tesis: todo se rompe en lágrimas y se disuelve en risa.

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