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viernes, 18 de febrero de 2022

Del dolor y el daño. (En Hoy por Hoy León, 18 de febrero de 2022)

         Pocas veces se comprende la importancia de sacar lo que lleva uno dentro. Igual me equivoco, pero andamos en la creencia de que mostrar nuestra debilidad nos hace peores y me parece que eso está en el discurso de un modelo social que tiene nombre y apellidos y que la estructura económica y de poder elige sostener porque le resulta muy rentable, a pesar de todas las poses simbólicas que, aunque importantes, no dejan de ser poses si no traspasan lo más hondo de la piel. Así es que, cuando a los hombres nos pasa lo que nos pasa y no somos capaces de sacar lo que llevamos dentro, necesitamos una aguja que nos sonde, un aguijón que nos pinche, un pellizco de uñas afiladas que nos arranque una lágrima. Me gusta cómo un viejo amigo es capaz de sondarse el espíritu y desnudar sin tapujos sus alegrías y sus miedos. Pocas veces sabemos mostrar toda esa debilidad, y eso que mostrar así nuestra flaqueza nos hace fuertes, quizá más que si nos escondemos en aparatos de amenazas y abdominales de emoción. Siempre he pensado que Boabdil el Chico debió de ser un gran hombre, a pesar de la derrota, y no me imagino a ninguna Aixa diciéndole a su hijo aquello de que llorara y todo lo demás, pero, si lo hizo, si salió llorando por el Suspiro del Moro camino de la Alpujarra, ¿no sería eso lo más normal? ¿No sería lo lógico llorar en la desgracia en lugar de elevarse firme como si no hubiera pasado nada? Cuando te cierras, lo que se agolpa en ti te maltrata.

Por eso hay que dejar salir y, si no puedes tú, tienes que buscar ayuda sin miedos, porque, aunque es verdad que el dolor te afina, hay un daño que se ancla en los tejidos y te sobrepasa. El dolor te afina, sí, pero para que pueda servir de catarsis tiene que ser compartido, salir hacia afuera, llamar a la puerta del otro. Eso que tanto te cuesta y que, poco a poco, vas aprendiendo a manejar, esa idea que te habla de tu poder creador y tu fuerza poética a pesar de tener tu vida en cajas, a pesar de saberte en provisionalidad máxima y en exigencia continua, es el modo en que sacas de ti lo que te emponzoña. Pero, eso que sacas no puedes guardarlo para ti, no puedes tenerlo en cajones o en carpetas, no puedes embalarlo hacia la nada.

El momento es este, es ahora, porque debes entender la importancia de los tiempos y no te puedes quedar con la queja en las entrañas. Es el tiempo de la debilidad máxima, la época en la que entender esto nos permita escapar de la ratonera en la que nos quiere colocar la apariencia firme y clara de los que dicen saber lo que nos conviene. Boabdil perdió su guerra y tuvimos que cambiar la cultura del agua por la feroz reina que no cambiaba de camisa y que hoy tiene estatuas en tantas y tantas plazas. Como los cuentos los cuentan siempre las gargantas que son nuestras, las historias siempre nos convencen y nos confirman lo bueno que es hacernos fuertes, crecer en el triunfo, “sostenella y no enmendalla”. Yo me apunto al dolor para evitar el daño, porque en la cocina es en donde está la casa y vivir es compartir puchero.

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