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sábado, 12 de febrero de 2022

Al enternecer. (En Hoy por Hoy León, 11 de febrero de 2022)

     Dicen que el domingo empezarán las lluvias, que este sol de febrero se termina con la campaña, como anunciando lágrimas. Todavía mañana podremos reflexionar con un sol luminoso, ese sol que tantos filósofos utilizaron como símbolo del bien y de la más alta perfección de la inteligencia. Ojalá el domingo ilumine a todos y el resultado permita efectivamente que el lunes vuelva el brillo del sol, el bien y la inteligencia. Por lo pronto la meteorología dice que lloverá el domingo y que el lunes no hará malo. Veremos.

     Y el caso es que mira uno la hierba quemada de las heladas y la tierra reseca y comprende la importancia de las lluvias, la necesidad de las lluvias para que el campo se empape y lo que está sembrado crezca. Lo que está sembrado, las semillas que germinan en la tierra, no lo que vuela en las palabras y en los carteles electorales, que esa es otra clase de siembra, una siembra hueca que esperemos que la bondad y la inteligencia impidan que se hagan realidad en las Cortes de Castilla y León después de este domingo. Me noto a mí mismo pueril y patético en esta demanda de bonhomía y preparación intelectual, pero, visto lo que ha ocurrido con la campaña para que las personas mayores sean atendidas en los bancos con dignidad, casi que me empiezo a creer que se puede demandar esa bondad y esa inteligencia de la que hablo, que no es ilusorio esperar que de la misma manera que los bancos han comprendido la fuerza del grito “soy viejo, pero no idiota”, quizá podamos creer que quienes nos van a representar en las Cortes tras las elecciones del domingo serán personas buenas e inteligentes sin parecer unos tiernos querubines que se arroban en la más simple y optimista versión de la realidad, como si todo lo que vemos cada día no nos hablase a las claras de que si los bancos han cedido es porque le han visto las orejas al lobo y lo han hecho sin obligarse, como quien deja abierta la puerta a retractarse y volver a las andadas una vez que se saquen todas las fotos. También veremos.

     La imagen que tengo en la punta de la lengua es la de una miga de pan duro de años, un pan piedra que no puede ni rayarse, pero que se enternece en el agua y se deshace. No un pan para la comida, ni siquiera para sopas, un pan pienso, un pan despojo, un pan basura por el que todos se pelean y que, al enternecer en el agua, se hace presente como lo que es: una papa inútil, unas gachas inservibles. Tierra reseca sin agua que llora por enternecerse en la lluvia, tierra que espera las nubes, que ya no aguanta más este sol de esta falsa primavera. Mi propia caricatura se hace tierna en esta esperanza mía de que llueva, de que el pan no se nos quede nunca más duro entre las manos, de que las personas que nos representen después de este domingo sean personas inteligentes y buenas. Hay milagros que suceden. Hermanos que se miran a la cara y se perdonan después de años. Lágrimas de alegría que enternecen. Gente buena e inteligente.

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