Buscar este blog

viernes, 11 de marzo de 2022

Con tal de no tragarlo todo. (En Hoy por Hoy León, 11 de marzo de 2022)

    Me imagino que no la habrás visto porque es una película del ochenta y cuatro y eso te queda muy lejos. Te hablo de Paris, Texas, para mí una de esas películas que te quedan en el recuerdo más como un viento del pasado que como una obra maestra, aunque puede que lo sea. Cuando la vi, escribí una reseña para un cine club, porque todavía existía esa costumbre de imprimir una hoja con la ficha técnica y las impresiones de alguien del club que nos adentraba en el mundo que crearía la luz sobre la pantalla. Empezaba con la palabra “sumidero”. Pensé que eso era lo que Wim Wenders quería contar, que hay un lugar en el que se cae, un lugar que te recoge en el momento de máximo desplome físico, psíquico, moral, yo que sé. Ese lugar que podía ser ese llamado París en un rincón de Texas donde cae el mundo de Travis, un personaje hipnótico que camina por el desierto sin saber quién es. Sumidero.
    Desde entonces la palabra sumidero me acompaña en ciertas sensaciones y veo girar el agua que se escurre hacia el desagüe en una espiral que, según parece, gira en un sentido en el hemisferio norte y en el sentido contrario en el hemisferio sur. Se llama efecto Coriolis, lo acabo de buscar en Google, y es lo que hace que las partículas se muevan hacia lados diferentes según el hemisferio en el que se encuentren. Ya, ya, también lo acabo de leer, ya sé que este efecto no se aprecia en masas pequeñas de fluidos porque intervienen más otros factores que son los que determinan el sentido del giro, pero el efecto existe: lo que se va por el sumidero se va en una espiral inquietante que se desplaza hacia un lado o hacia el otro dependiendo de la situación.
    Solo que, cuando se cae, cuando se llega a ese torbellino que se escapa en el inodoro, en el lavabo, en la rejilla del sumidero de la alcantarilla, ya todo es inútil, ya se viaja con el agua sucia hacia lugares de difícil explicación. Travis está en el sumidero y su hermano lo rescata y lo enfrenta con su historia, una situación que el protagonista asume para tratar de recomponer todo lo que él mismo ha destruido. No te cuento cómo termina por si te animas a verla, por si encuentras el momento de enfrentarte con este paisaje de soledad y de abandono, por si te atreves a entrever tu propio sumidero, ese lugar tuyo que está dispuesto para recogerte cuando te deshagas. Te confieso que, cuando empecé a escribir, traía en la intención hablarte de política y tenía la imagen de Travis andando desorientado por las vías del tren mientras suena esa música que es poesía, porque a veces uno piensa en esa imagen como imagen de la política: desorientación, desierto, soledad, sumidero. Hasta la idea de que los fluidos giran hacia un lado o hacia el otro, dependiendo de las condiciones, me servía para ilustrar el caso, pero, llegados a este punto, me ciega la belleza y me parece que se convierte en grito, que se deshace esa pulsión de deshecho. Es la belleza la que recompone la confianza en que, a pesar de todo, estaremos por encima de lo que se vierte y sabremos mirarnos a los ojos. Es eso o tragarlo todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario