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viernes, 6 de mayo de 2022

Alrededor de una medalla. (En Hoy por Hoy León, 6 de mayo de 2022)

El miércoles el día era luminoso, como el de hoy. Un día que cualquiera hubiera escogido para fiesta. Fíjate que sé que pasaron muchas cosas que te alegran, éxitos que no voy a enumerar, momentos que imagino en tu relación de cosas buenas. No vale que me digas que es imposible que yo pueda saber lo que te pasó este miércoles, eso da igual. Lo que cuenta es lo que te pasó, las veces que la cuchara de madera se escurrió desde el borde del puchero para recordarte que hasta lo que tiene naturaleza inmóvil se resbala cuando está en la acción. No sé cómo contarte lo luminoso de la mañana sin hablarte de esas cosas sobrenaturalmente buenas que acontecieron tan cerca de ti, de todo lo tuyo. Un San Jorge que se tomara la muerte de los dragones sin impulsos violentos, un Dios que obrara milagros con un libro de Inglés. Glorias del día en minucias próximas. Me sé tus andanzas en votos devotos que se colocan de una facción o de la otra, que siembran ojeras y deslealtades, que trazan líneas, que desarman inquinas, que afloran pulsos y obediencias. Me sé que desde ese miércoles tienes un punto de mira nuevo, una idea vieja que se te está desplegando de nuevo en la cabeza, con la misma serenidad, quizá entusiasmo, de ese primer día.

Ese miércoles luminoso de mayo, perdona que vuelva a traerte hoy a un instituto, en el García Bellido hubo uno de esos actos mágicos de los que me gusta hablarte. Fíjate, yo creo que ya lo sabes, que tuvimos la visita de Mª Paz García Bellido, hija de D. Antonio García y Bellido, el que fuera, como reza la placa que en su pueblo natal guarda su memoria, doctor en Filosofía, catedrático de Arqueología, escritor, políglota, dibujante. García y Bellido, quizá muchos en León no lo sepan, es el alma de los estudios que nos han llevado a establecer el origen de la ciudad en aquel campamento de la Legio VII, sobre cuyas termas, por darte un indicio de lo que hablamos, se levantó siglos después la catedral. Es algo así como que lo que estudió Bellido nos da la pista de lo que es la historia del origen de esta ciudad. Un estudioso que da nombre a un instituto, algo posiblemente menor para la mayoría, pero que, en la luz del miércoles, con la visita de su hija Mª Paz y de dos de sus nietos —uno se llama Antonio y no te haces idea de lo hermoso que fue presentar una y otra vez a Antonio García Bellido a compañeros, alumnado, autoridades que estuvieron ese día en el centro—, volvió a alcanzar la sombra del vuelo de las águilas, la estampa de la historia iluminando el día. Yo creo que la luz venía de ahí, de ese brillo, del brillo del oro pulido de la medalla que, en su día, a principios del verano de 1969, le otorgaron los leoneses en señal de reconocimiento a su labor. Y fíjate qué cosas, que, en la generosidad de la familia de García y Bellido, en la voluntad de sus hijos, está que esa medalla vuelva a León, que se conserve en manos, en corazones leoneses, como ejemplo de luz, déjame que lo repita, de luz generosa que ilumina el modo correcto de hacer las cosas más allá de las líneas que dividen cualquier jurisdicción.

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