Igual no sabes que la Cultural ha ascendido a Segunda
División. Si eres uno de esos poquísimos habitantes de León que todavía no se
ha enterado, me gustaría decírtelo: la Cultural, en un partido que terminó en
fiesta, remontó un gol en contra que le marcó el Barcelona B en la primera
parte; acabó ganando con un golpe de fortuna para el empate y un descorche de
gloria al despejar las telarañas de la portería contraria un chupinazo de Gallar,
con lo que sube a Segunda División a lo grande, quizá, con permiso del Lorca,
con quien juega otra vez este domingo, proclamándose campeón de Segunda B. Me
encanta esta falta de concordancia entre “la Cultural” y “campeón”, una
discordancia que terminó el domingo después de cuarenta y tres años de espera.
Ya lo sabías, ¿verdad? Incluso tú que escuchas desde
Bruselas o que te enchufas a la radio cuando puedes para oír este comentario en
Madrid, en Toledo, en Málaga y que no estás muy al día en lo del fútbol, es
posible que ya lo supieras, pero, si no lo sabías, me encanta haber podido
darte la noticia. Es quizá una de las cosas más gratificantes que puede hacer
un ser humano: dar noticias, dar buenas noticias, claro. Y no me digas que no
te interesa el fútbol, porque eso es indiferente para la alegría de esta
noticia. La del ascenso no es solo una buena noticia deportiva, es emocional,
es económica, es cultural. ¿A que ahora sí te gusta la redundancia? La noticia
del ascenso de la Cultural es cultural. Y si me dejas retorcerlo un poco, voy a
decir que es una noticia “escultural”, pero esto ya es casi una bobada. Lo que
pasa es que me atrevo a hacerte el chiste barato porque estoy viendo que usamos
las palabras abusando de significados que en el lenguaje más cotidiano nos
parecen ocultos. ¿Por qué no decir que el de la “Cultu” es un ascenso “escultural”
si se puede decir que el encargado de “remover” al fiscal anticorrupción es el
Fiscal General? Yo entendía que cuando alguien deja su cargo es despedido,
cesado, destituido, pero esto de “removido” me duele en las entrañas, aunque
sea correcto decirlo. Te diría que se me remueven las tripas, pero no me
atrevo, no sea que se me vayan fuera de mí. Ya sé que es un uso del verbo
“remover” aceptado por la RAE, como también terminará aceptando otros muchos
términos que no están todavía en el diccionario; “macrocardia” y “megalocardia”
he estado buscando esta mañana. Es algo maravilloso que tiene la lengua: genera
realidad.
Lo de la macrocardia es por el ascenso. Me apetecía contar
la tarde del Reino de León como si la afición tuviera un solo corazón, un
enorme corazón único, un corazón enfermo de megalocardia, un corazón tan grande
que padeciese una macrocarditis, si es que eso existe en el mundo real ya que
no en el de las palabras. Con el permiso de Javier Marías, valdría decir Corazón tan blanco, porque era un único
corazón enorme vestido de blanco. Eso sí, un blanco Cultural, un blanco León,
un blanco sentimiento de pertenencia, un blanco posibilidades turísticas para
la ciudad. Es este corazón tan grande una prueba de que hay cosas que podemos
hacer todos juntos. Una pena que por ahora solo sea el fútbol. Tiempo vendrá en
el que sepamos latir a la vez por otras causas.
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