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viernes, 1 de octubre de 2021

Cabe morcilla. (En Hoy por Hoy León, 1 de octubre de 2021)

        A veces te llegan mordiscos del pasado que se cuelan en tu ahora por rendijas mal cerradas. Cuando eso pasa, cuando no es tu voluntad la que te trae los recuerdos, sino que son otros los que llaman a la puerta de tu memoria, ya sean fantasmas propios o sean ajenos los que se apoderan de tu voluntad de presente, puedes tener tentaciones de abandonarte, de dejarte arrastrar por lo que ya no es tuyo. Es humano, pero es un error de humano y, por muy humano que sea, es preciso escapar a esa inclinación, porque, fuera bueno o malo lo que te trae ese recuerdo es algo que ya no te pertenece, algo tan falso como el futuro más deseable que puedas imaginar. Lo humano es recordar e imaginar, lo divino es engendrar, crear el tiempo del ahora.

        Mordiscos del pasado es una manera de hablar apropiada al tema que te traigo hoy. Es un lugar común, tan común como inhabitado, hablar de la memoria y citar la magdalena de Proust. El fenómeno concreto es la evocación involuntaria de un episodio olvidado al experimentar un estímulo determinado. En el caso del personaje de Proust, una magdalena mojada en el té. En mi caso, y por eso te hablo de ello, una voz en el teléfono. Comprendo que no es lo mismo, que la magdalena tiene un poder evocador más poético que la voz en el auricular, que es más un resorte directo que una palanca que levantara el pasado, más como un muelle que te saca hacia atrás. Algo que, aunque es ahora, viene directo desde el antes y te atrapa con un mordisco certero como te decía al principio. Y es que uno piensa que todo es sólido bajo los pies, pero no es así. La realidad es que todo en nuestra seguridad presente se apoya en un cemento poroso y agrietado por el que se filtran todas las humedades del pasado. Y cuando vienen así, sin avisarte, el golpeo es tan firme, la dentellada tan seca, que tiendes en un impulso inevitable a recordarte y se te olvida que ya no eres eso que recuerdas, que tu vida es otra, que tu fiesta es la de ahora, tu magdalena esta que tragas y esa voz del teléfono algo que sucede ahora pero que está a años luz de tu presente. Las tortugas se mueven despacio en los estanques cerrados tras los cristales y la gente que te quiere tiene siempre tiempo para alcanzarlas. Los abrazos solo pueden ser ahora. Y el desaliento y la angustia, si fueron del pasado, no pueden tener lugar en esta infinitesimal carrera, porque Aquiles no puede alcanzar a la tortuga, aunque corra infinitamente más rápido que ella. Todo sucede para que yo lo escriba y te lo cuente.

        Mordiscos olvidados nos traen la memoria de la fiesta. Come y calla, te dirían. Come y calla y déjate de voces y de magdalenas. Come y calle es la consigna nueva. Esa actividad de música y comida.  Vida, movimiento, ahora. Eso que tanto te gusta y que tiene en marcha San Froilán, como te gusta la morcilla y el puñado de avellanas, porque el patrimonio de la tradición no es solo lo que viene del pasado, sino que es lo que ahora enciende el día, lo que está cabe la morcilla, cabe el mercado medieval y la feria de artesanía, cabe todo lo que es la fiesta más fiesta de este pueblo. Un bocado de morcilla te trae tu infancia a la memoria. La música del come y calle te engancha en el futuro. El mordisco que te puedes permitir es el mordisco del ahora.

        La vida entera cabe en un mordisco acertado.

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