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sábado, 31 de diciembre de 2022

En el límite. (En Hoy por Hoy León, 30 de diciembre de 2022)

    Mañana se termina el dos mil veintidós. Ya sabes que es una mera convención, que contamos dos mil veintidós desde una fecha incierta, que este calendario que seguimos no empezó en el año cero y que, de hecho, sería imposible determinar algún año cero desde el que partir, porque, tratándose de contar el tiempo, cualquier cuenta que empezásemos la tendríamos que empezar ya en el tiempo y no podría empezarse desde un momento previo al comienzo del tiempo mismo. De hecho, el concepto de momento previo ya implica un elemento temporal.
    
    No obstante, cuando sean las doce de la noche de mañana decidiremos que termina el dos mil veintidós y que comienza el dos mil veintitrés, solo que nos costará mucho decidir el momento exacto en el que eso vaya a ocurrir. Seguramente es porque tengo muchas tonterías en la cabeza, pero desde muy pequeño me ha parecido que esto del tiempo genera paradojas y preguntas difíciles de contestar. Por ejemplo, ¿el año empieza con la primera campanada o con la última? Quiero decir que no sé bien si la primera campanada de las doce de la noche de mañana es lo primero que ocurrirá en dos mil veintitrés o si la última será lo último que ocurra en dos mil veintidós. Creo que he leído en algún sitio que las campanadas de la Puerta del Sol comienzan treinta y cinco segundos antes de que termine el año. Pero, en cualquier caso, como cada campanada dura un momento en el tiempo, tengo la misma disquisición sobre si el límite entre un año y otro ocurre en el instante en el que empieza a sonar la campanada o en el que se termina el sonido. Esas paradojas pueden conducirnos a la idea de que el tiempo no transcurre o a la de que su propio transcurrir inevitable nos impide localizar el presente.

    El caso es que hoy es el penúltimo día de dos mil veintidós y pasado mañana será el primero de dos mil veintitrés y, para nuestra vida, sobre eso no va a haber ninguna duda. Es más, vamos a celebrar la entrada del año nuevo en el momento en el que se terminen las campanadas en la tele sabiendo que eso que estamos viendo no está ocurriendo en directo, y no me refiero a las que emite La 8 desde Villaquilambre que ya sabemos que están grabadas, sino a los supuestos directos de los canales nacionales desde la Puerta del Sol que nos llegan con el inevitable retraso de la propia emisión, que puede ser mucho mayor si el programa nos llega a través de alguna plataforma o por un canal digital. La radio te daría otra inmediatez. Si escuchas las campanadas por televisión, a la vez que sintonizas la radio en un transistor y escuchas la emisión desde la aplicación del móvil, verás que el dos mil veintitrés te comienza en un momento distinto en cada dispositivo. Quizá lo mejor es que no hagas caso a ninguna de estas disquisiciones mías y que determines con quienes tengas más cerca el momento exacto de celebrar, digan lo que digan los relojes y los almanaques. Celebra con quienes están contigo o celebra en soledad si es el caso o no celebres en absoluto, como quieras. 

    En cualquier caso, feliz dos mil veintitrés, sea como sea y empiece cuando empiece.

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