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viernes, 23 de diciembre de 2022

Saliendo por la tangente. (En Hoy por Hoy León, 23 de diciembre de 2022)

    Cuando dibujábamos con el tiralíneas en las láminas de Dibujo Técnico aquellas tangentes de punto gordo había veces que teníamos que repetir y repetir, sobre todo los que éramos manazas como yo, hasta que conseguíamos que las raspaduras de la Filomatic no se notaran demasiado. Ya sé que estoy hablando en chino para quienes se educaron en Rotring y en arameo o alguna lengua más antigua para quienes ya dibujan en AutoCAD y sucesivos.

    La imagen de aquellos dibujos en papel Gvarro me resulta tierna en la distancia y me sirve para hablarte de lo que me apetecía contarte. Cuando hablamos de ese punto en el que la recta tangente corta a la circunferencia hablamos casi de una idea, o sin casi, porque la geometría no deja de ser una idea, una abstracción que traemos a la realidad en un dibujo. Cuando dibujábamos tangentes con el tiralíneas el grosor de ese punto dependía de muchos factores. En mi caso siempre era un punto gordo que yo pensaba que me servía para disimular mejor mi falta de aptitud para el dibujo. Ahora ya sé que eso no disimulaba nada y que eso que yo hacía era dibujar la misma mentira que ahora se dibuja con el programa más avanzado que puedas usar. En realidad, como sabes, el grosor de ese punto es cero. En realidad, tampoco la línea de la circunferencia tiene grosor. En realidad, la línea tangente, la dibujes lo fina que la dibujes, es una desmesura en relación con la no dimensión del concepto. 

    Y, a pesar de eso, la primera vez que entendemos ese concepto geométrico es porque lo hemos visto dibujado. Yo, que dibujo fatal y tengo una mente que tiende a la abstracción, necesito hacer garabatos para entender la mayoría de las cosas, necesito un papel y un boli, un esquema, una lista, un croquis. Un mapa conceptual, que decimos. Un mapa de las ideas. Yo creo que esa es una verdad bastante incuestionable, que las ideas pasan de la mano al papel y de ahí a la cabeza, que comprender es dibujar ideas, aunque, como es el caso de la tangente, dibujarla sea falsearla. Fíjate que me da por pensar que toda explicación es de algún modo una ficción, que cada relato esconde una mentira, que cada pequeña falsedad es un verso o una ecuación, un modo de explicar las cosas. La verdad es en mi experiencia intransferible. Me siento incapaz de traspasar esas barreras y cada vez me quedo más en las afueras de la circunferencia, como si ese punto de contacto con la tangente estuviese siempre a un intervalo definido de distancia, un intervalo que se hace cada vez más pequeño, que tiende a cero en el límite, pero que nunca llega a serlo, que siempre está a una infinitesimal distancia.

    Te pasa con la piel. Nada te toca, a no ser que seas uno de los treinta de Columbrianos o lleves un décimo del 092. Nada te alcanza. Todo lo que te llega te roza en un acercamiento imposible, como el de la recta que toca la circunferencia, a no ser que practiques el teorema del punto gordo y te salgas por la tangente asumiendo un mundo en el que las cosas efectivamente pasan.

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