Buscar este blog

viernes, 2 de diciembre de 2022

Un punto rojo sobre bandera blanca. (En Hoy por Hoy León, 2 de diciembre de 2022)

    Te hablo después del partido de anoche, con la ventaja de conocer el resultado. Si hubiera tenido que hablarte antes quizá no se me habría ocurrido pensar sobre esto, porque lo previsible habría sido otro resultado y que el fútbol, ese deporte que juegan once contra once en el que siempre ganaba Alemania, hubiera dejado que los poderosos de tradición lograran sus objetivos.

    Sé que anoche no todo era fútbol, que había otros quehaceres. La ciudad no pierde el pulso, aunque hubo unos minutos en los que se pararon corazones con ese pánico de ver la bandera japonesa y la de Costa Rica en el mapa de la siguiente fase del campeonato del mundo. Desde la ventana, la ciudad se veía un poco más quieta que otros jueves y las luces de la Navidad me hacían guiños calmados desde los edificios de enfrente. Una sensación de teatro, de puesta en escena. La imagen de un punto rojo sobre una bandera blanca. Y esta es un poco la reflexión que te decía al principio, eso sobre lo que se me ocurrió pensar: el mundo global en que vivimos centra el foco de la atención a su antojo y nos coloca en los sillones dorados de los palcos de Catar. Es difícil no pensar sobre eso. Ucrania, COVID, IPC, gol de España.

    Pienso que cualquier persona teme lo que merece. Quiero decir que todos somos culpables en algún sentido y que si exigimos que sea castigada con rigor toda iniquidad no podríamos dormir, que sobre la blancura de nuestra conciencia siempre se extiende un punto rojo, una mancha perfecta que señala nuestra culpabilidad en algún sentido. Haber olvidado todos los dramas absortos en el televisor discutiendo si la pelota había salido o no por la línea de fondo es un pecado. Haber olvidado que los demás también forman parte del juego es la arrogancia propia de nuestra condición. Haber olvidado que estamos asistiendo a un trampantojo de la realidad es la ingenuidad que nos permite avanzar a la siguiente fase.
Catar al frente, Catar en el subsuelo de muchas referencias en nuestra propia ciudad y me imagino —que no lo sé— que no solo a través de la Cultural, Catar en todo momento, condicionando horarios para las reuniones o para los exámenes en demandas patrióticas de alumnos que no se quieren perder el partido. Condicionando la vida Catar, desde su opulencia. Catar en la foto que impide la foto. Un escenario en fondo blanco con cuadraditos rojos, no como la bandera de Japón, tan clara, tan inmensamente blanca con su mancha circular de perfecto rojo. Estamos fuera. Estamos dentro, Japón nos perdona la vida, Alemania nos salva y nos entrega la vida, nos hace el boca a boca, Costa Rica nos apuñala. Catar lo abarca todo y hasta aquí nos llega.

    Ahora que los toques de campana son patrimonio inmaterial de la humanidad, deberíamos llamar a “tente nube” cada vez que pensamos en pedir castigo para todo aquello de lo que podamos ser culpables. Un punto rojo sobre blanco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario